sábado, 14 de noviembre de 2009

Poesía plástica para crear relámpagos.

El arte es un conjuro de palomas traspasadas. Aquello, que deja el hombre como un molde o una raíz. Basta detenerse un instante para lograr retenerlo y en eso, trabaja el artista. Solo él puede apartarse del tiempo; como quien separa sigilosamente la cascara de una naranja. Él puede construir espejos con la nieve y tajear el cielo de un solo verso. ¡Qué importa todo lo demás! Si de todas las calamidades del mundo construimos una forma nueva, para describir el verano y así el viento y así el mar.

En determinado momento nos desapoderamos del mundo y atravesamos el umbral como un astronauta la atmósfera. Ingresamos en el espacio silencioso de las estrellas. El poema es un acto de fe, un milagro de la naturaleza: cuando describe aquello que nunca existió transformándolo para siempre.

Hasta la muerte podría figurarse como un océano azul e inmenso, una muerte imprescindible, porque el poeta es quien deja al descubierto su inocencia. La poesía no alcanzara nunca la felicidad: porque es un estado gravísimo de goce. Hay palabras que le corresponden: cisne, cielo, sombra y azules son propiedad indiscutible de la poesía. Como una constructora de parlamentos se instala en el corazón de las ciudades y se desparrama.

No hay comentarios:

Publicar un comentario