lunes, 27 de abril de 2009

La intimidad de las piedras



Desaparece la voz
pero subsiste su eco
en el centro de la piedra



I. Ese camino que siempre sostuve, sin vuelos de pajaros.
Espera, el sol de noche en la noche y se vuelca en el silencio de los ojos tuyos.
La cama de hierro, con agua por debajo, que corre como un río y se ilumina.
Por algún motivo el viento trajo todas las hojas hasta aquí.
Los cobres en otoño, se hacen tristeza ineludible, ausencias y del tiempo.


II. En el camino que es tiempo sin pausa. Recuerdos viajan y nunca desaparecen.
Vuelco un vaso con agua sobre el mantel y regreso para secarte.Otra vez el río distrae.
Otra vez el tiempo, que es viento y acumula objetos en los rincones.
Esa necesidad de no deshacerse de las cosas. Ese caos tan prolijo, el mundo de las cosas.
La memoria se encuentra en los olores y en la música y en la television.
Una voz que recuerda a otra, duerme con esa voz con esa voz muere.

III. Aun estando en la ciudad mi mano me lleva al río. Cada colectivo que tomo es,
pretexto para pensarte, de viajes cortos esta erigido ese vuelo. Acumulacion de pequeños
tránsitos. Así no se escribe, se debe decir: Yo canto para vivir y canto no solo las palabras.

IV. A pesar de todo, el cuerpo no puede resistir y nos hacemos cada vez mas pequeños
Somos como las semillas de los arboles, calorías formidables (cadenas de cuerpos en los bosques).
Y nuestras piernas raíces leves. Diferente de toda naturaleza, el cuerpo se hace planta y no árbol. Ya no volvemos a cantar y de a poco disfrutamos el silencio.

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