domingo, 20 de diciembre de 2009

Elipsis

Ignorar la muerte como hacen los pájaros y lograr así la permanencia. Quien nada sabe de ella es inmortal. Dormir la apagada noche y desabastecerse; nosotros, que deseamos sobrevivir como una palabra imborrable.
En esto llevo pensando por más de tres décadas, pero la opresión de los pensamientos, es a veces peor que la propia realidad. Si acaso tuviéramos una función preestablecida, inherente o imposible de ser erradicada, como el olfato del picaflor cuando revolotea sus azules infinitos. Una infancia mecanizada e instintiva, como la de una planta sublime pero incapaz de amar o sentir gratitud.
Tal vez la idea del mundo, es una idea triste y equivocada, y el poeta un impostor mortal. Pero en aquellos libros que nunca se leen, hasta en el peor de los libros, las frases se acopian como ladrillos de un cimento universal.

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